Espero tener la oportunidad de que lean lo siguiente:
Estudie la carrera de Ciencias y Técnicas de la Comunicación hace 20 años en la Cd. de México de donde soy originaria, escogí esa carrera porque me llamaba la atención ser quien transmitiera información a través de los medios; quién diría que efectivamente realizaría ese proceso de comunicación pero en un aula: emisor- receptor-mensaje.
Cierto día en la facultad, un amigo me dijo que sino encontraba trabajo de la carrera de la cual estábamos próximos a egresar, buscaría un empleo como maestro, haciendo un gesto de desagrado, mi respuesta fue de aprobación, diciéndole que yo también y que dejaría mi trabajo actual por ser teacher, riéndonos irónicamente.
Cuando egrese de la carrera tenía tiempo libre en la tarde, pues solamente trabajaba en la mañana; una hermana mayor que daba clases en Politécnico Nacional, me dijo que le ofrecían trabajar en el colegio de ingenieros mecánicos electricistas, que le daría mucho gusto la apoyara para que no abandonará su trabajo en la institución educativa, por lo cual le dije que si. Después de unos meses, el presidente del colegio me dijo que si me interesaba trabajar en un CBTiS como maestra, yo por ganar más dinero le respondí positivamente sin pensarlo, cuando se es joven se cree comerse al mundo en un solo bocado, todo nos queda pequeño, y se nos hace fácil, así que en poco tiempo me ubicaron en un CBTiS específicamente en Coyoacán. Al principio tuve mucho pánico escénico, platicaba con mi hermana y ella me deba sus consejos y me platicaba de sus experiencias, cosa que me tranquilizaba mucho, además implemente en todos mis grupos el método de una profesora que tuve en la preparatoria: la disciplina rígida e inflexible, yo no me prestaba al dialogo y las cosas eran marcadas con reglas, casi todas a mi favor, yo ordenaba y ellos obedecían, era una especie de castigo y recompensa, yo me justificaba internamente, que por tener solo 25 años no podía permitir que las cosas se fueran por otro lado y me pudieran faltar el respeto.
Hoy al recordar esto, me causa un poco de risa y nostalgia, me cuestiono tantas cosas y reconozco tantas más; solo me queda aceptar que mis inseguridades las pagaron mis alumnos, que pena, se que he podido cambiarlas y seguiré en el intento, pues bien vale la pena; primero por mi, que me ha ayudado a crecer, a aprender, a interrelacionarme, he conocido a mucha gente, alumnos, compañeros, instructores, padres de familia y dentro de las satisfacciones que puedo tener es que tanto el proceso de comunicación como el de enseñanza- aprendizaje ha evolucionado para bien de los alumnos, he aprendido a perder el pánico, a aceptar una corrección por parte de mis alumnos cuando me he equivocado, y sobretodo al sentirme reconocida cuando en la calle o en algún lugar me encuentro por casualidad a ex alumnos y me saludan casi siempre efusivamente y/o me ayudan si tengo algún problema, verdaderamente se los agradezco.
Sin embargo como hay cosas buenas también las hay malas y de los aspectos negativos que me hacen pensar y sobre todo sentir que he fallado como docente , es cuando con pena veo que muchos jóvenes han decidido no continuar con su preparación profesional o bien, han decidido irse por otros rumbos y lo peor; cuando han pensado que la educación, cultura, preparación no sirve, siendo en realidad todo lo contrario y no lo alcanzan a percibir, conformándose con pasar con la mínima calificación aprobatoria y no por verdaderamente aprender.
Creo, que los problemas, desánimos, discusiones, enfrentamientos, etc.. bien han valido la pena, porque esto de la docencia me gusta y porque pienso que estoy preparando a jóvenes que posiblemente se convertirán en profesores de mis hijas y de tantos niños más en un futuro próximo, y ellos deben de ser mejores, mil veces mejores.
sábado, 13 de diciembre de 2008
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